La moda y la arquitectura son dos disciplinas que comparten múltiples similitudes. Ambas comparten el interés por lo bello, lo estético, lo estilizado, la funcionalidad y la innovación. De hecho estas modalidades han ido tradicionalmente de la mano, pues diseñadores como Karl Lagerfeld de Chanel han manifestado abiertamente que sus musas son edificios como el estadio de fútbol Allianz Arena e, incluso existen arquitectos como Zaha Hadid (United Mude) que se han colado en el mundo del estilo y la ropa.
Los últimas tendencias de la pasarela, que apuestan por cortes rectos, composiciones que recuerdan a edificios, gafas con formas sofisticadas, etcétera, son un claro ejemplo de esta apuesta. Incluso a los tejidos ha llegado la inspiración. Por ejemplo, Viktor & Rolf diseñaron un vestido para Kate Perry que emulaba el famoso cubo naranja del puerto de Lyon (Francia).
Algunos arquitectos incluso, como Marisa Sáenz de Oiza afirman que “de la planta de uno de esos edificios de Bauhaus de los años 20 puede salir directamente un vestido”. Existen incluso algunos diseñadores como Balenciaga que han conseguido encumbrarse como arquitectos de la moda. Este mismo decía, por cierto, que “un buen modisto debe ser arquitecto para los patrones, escultor para la forma, pintor par a los dibujos, músico para la armonía y filósofo para la medida”
Ahora bien, se trata de una influencia bidireccional. Izaskun Chinchilla, también arquitecta, asegura que, con su arte intenta transmitir “las mismas sensaciones que ofrecen tejidos como el terciopelo o la angora” para que el cliente se sienta arropado dentro de la vivienda.
Por otra parte y remontándonos un poco más atrás, a lo largo de la historia, ambas disciplinas se han mezclado para reflejar la estética de cada época. Y qué mejor evidencia para ilustrar tal aseveración que en el siglo XVIII las celosías de las catedrales se parecieran a los estampados de los vestidos de las más nobles damas. Unas vidrieras que por cierto comparten grandes similitudes con los diseños caleidoscópicos de una de las marcas más originales del momento: Desigual.